Alejandro Ménshikoff y Alejandro Zabotkine, descendientes de grandes personalidades del entonces Imperio ruso, residen en Argentina y explican cómo se afincaron en el país latinoamericano.
Fuente: http://es.rbth.com/
Alejandro Ménshikoff es un argentino nacido en Buenos Aires, vive actualmente en la capital porteña y tiene tres hijas: Sofía, Katya y Paula. Es dueño de una fábrica de artículos deportivos y de una carpintería, una actividad que se relaciona con la de sus antepasados. Creció escuchando historias sobre su tatarabuelo, Alexánder Danílovich Ménshikov, una emblemática figura rusa que fue mano derecha del zar Pedro el Grande y con quien mantuvo una cercana relación. En el Imperio ruso alcanzó también importantes títulos nobiliarios, pues fue Generalísimo, Duque de Izhora e incluso llegó a ser gobernador de San Petersburgo.
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Cuadro de la batalla de Borodinó de Louis-François Lejeune. |
El Generalísimo parecía entender a la perfección los objetivos del zar, era un destacado estratega militar que logró importantes triunfos en el campo de batalla. Su liderazgo fue crucial durante las campañas de Azov, así como en la Gran Guerra del Norte entre el Imperio ruso y Suecia.
Ménshikov obtuvo así su bastón de Mariscal de Campo, luego de la definitiva victoria en la ofensiva de Poltava sobre Carlos XII, el 26 de junio de 1709. Más allá de sus logros en el campo militar, fue también un hábil administrador de empresas, las cuales acercaron al Imperio Ruso con el resto de Europa, a su vez, gracias a la alta estima Pedro el Grande le tenía, llegó a sustituirle en el poder durante sus ausencias.
Alejandro Zabotkine es otro argentino, descendiente directo del gran mariscal ruso, Mijaíl Kutúzov. Debido a que Kutúzov tuvo únicamente cinco hijas, en la actualidad no se tiene herederos directos por su apellido.
A pesar de esto, el Imperio ruso reconoció este derecho a sus descendientes por rama femenina.
Sasha (es el diminutivo ruso de Alexander) vive en la provincia de Córdoba, en Los Hornillos, con su familia. Sus abuelos vinieron a la Argentina en 1948 después de la Segunda Guerra Mundial, sus padres se conocieron ya en este país y Sasha nació en 1951. Ingresó al Liceo Militar en 1965 y se retiró del ejército para 1995 como teniente coronel del arma de Ingenieros y como ingeniero militar en construcciones, una especialidad que curiosamente también comparte con sus antepasados rusos.
Sasha visitó el Museo de Borodinó (uno de los museos de historia más populares en Rusia) en Moscú y tuvo la oportunidad de dar tres conferencias acerca de Kutúzov en el país de sus antepasados. “La más importante y emotiva fue la que di en la Universidad de los Idiomas, ante 140 jóvenes entre 18 y 25 años, de varios países. Esto fue gracias al agregado cultural de nuestra embajada en Moscú”, cuenta en una entrevista a RBTH.
Más allá de su carrera militar, Sasha está activamente comprometido con el lugar donde vive. Hace dieciocho años fundó el Cuartel de Bomberos Voluntarios en Los Hornillos (Córdoba), institución que actualmente preside. Adicionalmente invierte sus esfuerzos en construir una capilla ortodoxa rusa.
“Está construida hasta los tres metros de altura, ya están las aberturas puestas (ventanas con vitreaux). Traje de Rusia las cúpulas doradas (una entera de 1,50 mts. y 2 moldes). El próximo paso es el techo en semiesfera hasta los seis metros de altura”, cuenta. “Cuando era chico, en casa mi abuela, nos referíamos al abuelo Kutúzov y aprendíamos la Marcha de Borodinó. Siempre estuvo presente en mi carrera militar, por su dedicación al soldado, su honradez, sencillez, inteligencia y sentido de la responsabilidad. Tuve la posibilidad de ir a Rusia al evento conmemorativo de los 200 años de la batalla y fue sumamente emocionante”, concluye Sasha.
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Alexander Ménshikov (1673-1729)
Gracias a su buena presencia e ingenio, ganó el aprecio de Franz Lefort, el primer favorito del emperador Pedro el Grande, que lo tomó a su servicio. Le hizo entrar en el regimiento Preobrazhenski, la guardia personal del zar. A la muerte de Lefort, en 1699, Ménshikov lo sucedió como primer favorito y confidente del zar. Ménshikov tuvo un papel activo en las campañas de Azov (1695-1696) contra el Imperio otomano. Participó en la Gran Guerra del Norte con Suecia que duró desde 1700 hasta 1721 y se destacó en la batalla de Poltava en 1709. Después de la muerte de Pedro el Grande en 1725, se convirtió en el hombre de confianza de su vuida, Catalina I y durante dos años de su corto reinado fue prácticamente el gobernante absoluto de Rusia. Sin embargo, después de la llegada al trono de Pedro II en 1727, fue acusado de corrupción y enviado al exilio.
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Alejandro Ménshikoff habló con con RBTH.
¿Qué sabés de la vida que tenían tus antepasados rusos?
Se caracterizaban por vivir cómodamente, con mucha abundancia y prosperidad. El padre de mi abuelo fue el creador de vidrio plano en Rusia, alcanzó a tener ocho fábricas de este producto e igual número de carpinterías. Para transportar el vidrio y mantener su calidad, importó una manada de camellos egipcios, que llevaban el producto desde las fábricas hasta los vagones del tren para ser comercializados. A lo largo de su vida, también acumuló tres millones de hectáreas al sur de Rusia, una cantidad de tierra realmente impresionante.
¿Cómo llegan a la Argentina?
Después de la revolución bolchevique mi abuelo tuvo que salir de Rusia, pero es en 1921 cuando llega a Turquía y allí nace mi padre. Posteriormente, se mudaron a Francia, donde mi abuelo trabajó como carpintero, allí surgió su interés por migrar inicialmente hacia Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, el destino los terminó llevando primero a Brasil y después a Uruguay, en ambos países no fueron recibidos como se esperaba. Migraron más adelante hacia Buenos Aires, allí fue donde se lograron establecer de manera definitiva.
¿Qué sensaciones y pensamientos tuviste al visitar Rusia?
La primera vez que me encontré con mis primos fue en 1983, desde esos años los he visitado en múltiples ocasiones. Tengo dos primos en Moscú y otros cinco repartidos en Francia. Después de la caída del Muro de Berlín, vi Rusia en decadencia, devastada y con mucha necesidad, un país nada parecido a los relatos que escuchaba de mis padres y abuelos. Sin embargo, con el paso del tiempo la situación ha cambiado notablemente, en mis últimas visitas a Moscú he notado todo lo contrario, mucha opulencia.