martes, 29 de julio de 2014

Daniel Barenboim aprovechará su festival en Buenos Aires para impulsar la paz en Medio Oriente

El maestro y director de orquesta resaltó anoche que "Argentina es el único país del mundo donde uno puede ser polaco, judío, todo lo que sea y ser argentino, y no hay una contradicción".

Fuente:Télam

Barenboim formuló estas declaraciones en una conferencia de prensa ofrecida en el Teatro Colón, donde se anunció el programa del Festival que lleva su nombre y que se desarrollará del domingo 3 de agosto al martes 12 en el Teatro Colón.

El prestigioso director de Orquesta confesó que era "muy consciente de que con la edad crece la nostalgia pero esto no es una cosa nostálgica porque, con los años y toda la experiencia, me doy cuenta de todo lo que Argentina me dio desde chico". 


A lo largo de diez días, Barenboim se presentará en diferentes formatos, y ofrecerá conciertos donde convivirán el humor de Les Luthiers, el virtuosismo de la pianista Martha Argerich y, por tercera vez en Argentina, la Orquesta West - Eastern Divan que Barenboim fundó junto al filosofo y teórico musical palestino Edward Said y que está integrada por músicos israelitas y árabes.

Sobre la diversidad cultural que existe en la Argentina, Barenboim opinó que nuestro país "creció, en gran medida, gracias a los inmigrantes que vinieron desde principios del siglo XX. Fue una inmigración económica y no política. Los inmigrantes que vienen por su propia voluntad, aunque sea por algo tan material como la economía, tienen otra actitud hacia el país y la población lo mira de forma diferente que a aquel que viene en busca de refugio. Ese factor dio la posibilidad de una convivencia entre múltiples identidades sin ningún problema".

En la misma línea, manifestó cuando "empezamos con todo el proyecto de la Orquesta, no me di cuenta de la conexión entre la orquesta lo que había aprendido subconscientemente en Argentina. No creo que hubiera podido dar el paso y crear este proyecto con mi amigo (Edward Said) si no hubiese tenido la preparación psicológica para hacerlo".

Sobre el conflicto de medio oriente que atraviesa la formación de su Orquesta West- Eastern Divan, Barenboim expresó que Israel "está en una situación en el que uno no se puede sentir bien y para mí, personalmente, es algo absolutamente inaceptable".

Junto a Barenboim se encontraba Miriam Said, viuda del filósofo y critico literario palestino, quien señaló que el mensaje de la Orquesta, "es el humanismo en que mi marido creía y el que hace a la resistencia misma. Este mensaje nos permite tener la fuerza posible para combatir las grandes injusticias que están sucediendo.

Por su parte, Barenboim se explayó sobre el conflicto en Medio Oriente al señalar que "dejando de lado la moral y pensando en la estrategia -continuó- todas las guerras un día terminan, ya sea bien, mal, con o sin compromiso pero con más de mil muertos en Gaza, la mayoría civiles y más del 50 por ciento niños, el odio que se está distribuyendo a gente tan joven, a chicos, no lo va a poder parar ningún proceso de negociación política y se impide la creación de un futuro mejor".

"La West-Eastern Divan Orquesta está en una situación de enorme sensibilidad con la guerra. Hay parientes de músicos de ambas partes que se están matando y a pesar de esa guerra tan cruel y espantosa no hay un músico ni árabe ni israelí que haya anulado su participación. Eso en cierto modo es un gran gesto también hacia Argentina", explicó sobre la situación  emocional de los integrantes de la nucleamiento musical que formó.

El Festival Barenboim será inaugurado el domingo 3 por la Orquesta West-Eastern Divan que interpretará piezas de Maurice Ravel y la pianista Martha Argerich que recreará "Concierto para piano y orquesta No. 1 en Do mayor, Op15", el domingo 3 de agosto a las 17.

El lunes a las 20, la orquesta repasará, junto a las voces internacionales Peter Seiffert, Waltraud Meier, Ekaterina Gubanova y René Pape, un repertorio que contempla los tres actos de la ópera "Tristán e Isolda" del compositor alemán Richard Wagner. El concierto se repetirá el miércoles 6 y martes 12 a las 20 y el domingo 10 a las 17.

El miércoles 5 a las 20, Barenboim y Martha Argerich interpretarán, a dúo de pianos, piezas de Wolfgang Mozart, Igor Stravinski y Franz Schubert.

Sobre su presentación junto a Argerich, junto a quien conforman a los dos máximos representantes argentinos en la música clásica, Barenboim señaló que "es una alegría profunda porque va a tocar con nosotros Marta Argerich, alguien a quien amo y admiro hace muchos años pero no hay nadie en el mundo que toque el piano tan bien como ella y me incluyo en la lista pero encuentro que en los últimos años adquirió una dimensión artística, musical enorme que en cada ocasión que tocamos es una felicidad enorme".

El sábado 9 a las 20, la pianista Argerich, el Maestro Barenboim y los cómicos de Les Luthiers, por primera vez juntos y compartiendo el escenario, recrearán "La historia del soldado" de Stravinski y "El carnaval de los animales" de Camille Saint-Saënes.

En tanto el domingo 10 a las 20, el Maestro Barenboim ofrecerá, junto al ex presidente del gobierno español Felipe González, una charla sobre "Música y reflexión".

Sobre el carácter reflexivo del festival, Barenboim subrayó que la música "no está viviendo en una torre de marfil que no tiene nada que ver con la vida. La música es una parte orgánica de la sociedad, o mejor dicho, debería serlo. El hecho de que haya tanta gente y tanto interés como demuestra el público, es aún más interesante cuando se piensa que en las escuelas no se estudia música y eso es justamente lo que convirtió a la música en una torre de marfil".

En cuanto a Felipe González, explicó que es un miembro "de honor en este festival. Fue el primero que reunió a los israelíes y palestinos para hablarse directamente en el año 1991 en Madrid donde las negociaciones avanzaron productivamente y ve en el Divan el único proyecto que hoy en día permite a israelitas, palestinos y otros árabes, poder hacer algo constructivo y positivo juntos porque no es un proyecto político, cada uno tiene su opinión pero todos aceptan una regla de base que es, estamos convencidos, de que no hay una solución militar para este conflicto".

La novedad del encuentro musical reside en la participación de Les Luthiers. Al respecto Barenboim sostuvo que es "un gran admirador de Les Luthiers. Estuve presente en el primer concierto de ellos en Madrid, creo que hace 40 años de eso y me divertía a muerte cada vez que los veía. La idea se la debo a mi esposa, a mí nunca se me hubiera ocurrido".

Con el objetivo de trasladar la cultura hacia el sur en esta oportunidad, Barenboim ofrecerá el domingo 10 a las 11 un concierto gratuito junto a su Orquesta West - Eastern Divan en Puente Alsina.

lunes, 28 de julio de 2014

“Cien años después” La Academia de Bellas Artes bajo la lente de Valery Katsuba

Karl Bulla (1853-1929), padre del fotoperiodismo ruso, encuadró con su cámara un sinfín de escenas de la entonces capital del Imperio. Considerado el gran cronista de la ciudad, es autor de algunos de los retratos más célebres de su época. Dejó al Archivo Estatal de Leningrado un legado de más de 130.000 negativos, memoria visual del cambio de siglo en Rusia. Una de estas imágenes captó la atención de Valery Katsuba cuando llevaba a cabo una investigación en el Archivo Estatal de fotografía y cine documental de San Petersburgo. Se trataba de la instantánea de una clase de dibujo al natural, tomada en la Academia de Bellas Artes. Inspirándose en esa fotografía, Katsuba realizó, en la misma localización, la serie “Cien años después”, en la que ha plasmado el recogimiento de los estudiantes de arte, absortos en su trabajo.

Fuente: RBTH - Katsuba.net


El joven prusiano Carl Oswald Bulla recaló en San Petersburgo en 1865. Su aventura rusa empezó con un empleo como “chico para todo” en un negocio de suministros fotográficos. Desde entonces nunca se separó del mundo de la fotografía. Ideó un sistema de placas sensibles que comercializó por toda Europa, abrió su primer estudio en el nº61 de la calle Sadóvaia e inmortalizó a las grandes figuras de la sociedad, la política y la intelectualidad rusas. Tal era su prestigio que, en 1886, consiguió el permiso de las autoridades para fotografiar en cualquier punto de la ciudad, todo un privilegio y una ventaja, pues la censura había constituido una seria cortapisa para el desarrollo de este oficio en Rusia.


                                                                      

Su interés, omnívoro, no conocía límites en cuanto a género y técnica. Exteriores e interiores, fotografía nocturna y diurna, luz natural y artificial, paisaje y reportaje, retratos por encargo y fotoperiodismo. A él le debemos retratos de Lev Tolstói en Yásnaia Poliana, de Vladímir Nabokov con siete años, sentado con un libro de mariposas sobre las rodillas, de Grigori Rasputin flanqueado por el mayor Putianin y el coronel Lotman, de Leonid Andréiev con su mujer o de Chaliapin tocando el piano. Pero también documentó tanto la vida cotidiana de la urbe como los grandes acontecimientos históricos. El auge de las publicaciones periódicas que incluían material gráfico y el mercado creciente de las tarjetas postales sirvieron de estímulo para que fotógrafos como Karl Bulla exploraran todas las posibilidades del medio.
La importancia de Bulla en el desarrollo de la fotografía rusa, relegada en la época soviética (a sus dos hijos, también fotógrafos, se les represalió en la década de 1930), fue finalmente puesta en valor tras la gran retrospectiva que se le dedicó con motivo del tricentenario de San Petersburgo, el escenario principal de sus fotografías, y el 150º aniversario de su nacimiento. Hoy, en la calle Malaia Sadóvaia, cerca del lugar donde estaba situado su antiguo estudio, se erige una escultura de bronce que representa a Bulla acompañado de su cámara de gran formato.
El fotógrafo que más ha dialogado artísticamente con Karl Bulla ha sido Valery Katsuba, quien inició su carrera como fotógrafo influido por sus investigaciones en el Archivo Estatal de fotografía y cine documental (CEAFCD), en donde se restaura y estudia uno de los fondos de fotografía antigua más importantes del mundo. Allí, por ejemplo, Katsuba descubrió el material visual que realizó Karl Bulla sobre las sociedades deportivas petersburguesas, cuyo primer club de fitness se inauguró en 1885. Los estudios de Karl Bulla -llegó a contar con tres en la ciudad, uno en plena Perspectiva Nevski- eran los preferidos de ciclistas, gimnastas y culturistas para retratarse. En esas imágenes los modelos miran a cámara, confiados y orgullosos de su aspecto físico, ignorantes de la profunda transformación que se avecinaba e iba a poner punto final a toda una época. Luego, durante el realismo socialista, el régimen promovió muchos aspectos propios de aquella estética que conformaron una parte importante del imaginario soviético, compuesto de grandes desfiles, espartaquiadas y héroes deportivos nacionales. Katsuba reflexionó sobre la evolución del canon de belleza, del ideal del cuerpo humano y la cultura deportiva -tomando a Karl Bulla como referente- en la serie fotográfica Phiscultura.
Ahora, en la serie “Cien años después”, el artista afincado en San Petersburgo vuelve a unir dos épocas con la Academia de Bellas Artes como nexo, centro educativo con más de dos siglos y medio de historia cuyo imponente edificio se encuentra a orillas del Nevá, custodiado por dos esfinges egipcias. Semyon Mikhailovsky, director de esta institución, recuerda que ya en el siglo XIX el centro contaba con un equipo y laboratorio fotográfico propio para documentar las obras de los artistas plásticos y las ceremonias que tenían lugar en la academia, y que por sus aulas pasaron algunos reputados pioneros de la fotografía rusa, como Andréi Karelin. Luego, dada la majestuosidad y la luz del edificio construido durante el reinado de Catalina la Grande, fotógrafos contemporáneos, tanto rusos como extranjeros, han escogido las instalaciones de la academia como localización para elaborar reportajes de moda y retratos editoriales. Es el caso también de Valery Katsuba, que fotografió para la edición inglesa de Harper’s Bazaar a la primera bailarina del teatro Mariinski, Oksana Skorik, en el museo de la Academia.
Junto a “Cien años después”, en la que ha incluido trabajos precedentes en los que la Academia de Bellas Artes ha servido como escenario, se exhibe el proyecto fotográfico “La mañana”, compuesto por retratos de personas en distintas ciudades del mundo durante el tránsito entre el sueño y la vigilia. Una exploración de las pequeñas rutinas íntimas que se siguen durante los primeros compases del día.Katsuba ha realizado una puesta en escena teatral de las clases de pintura y dibujo al natural con los profesores y estudiantes como protagonistas, ejercitándose en los mismos espacios que aparecen en las fotografías de Karl Bulla. Si en su precedente trabajo, Phiscultura, se centraba en los modelos, en esta ocasión su atención se dirige al silencio y concentración que reflejan los rostros de los jóvenes artistas, enmarcados en el clasicismo de la arquitectura, las esculturas y los bocetos.

Con un costo superior a los U$S 500 millones, se construirá un Parque Temático que recorrerá la historia Rusa


El multimillonario ruso Konstantin Malofeyev ha firmado un acuerdo con una empresa de parques temáticos francés para construir el primer parque de atracciones con temática histórica de Rusia, con inversiones por un total de hasta 18 billones de rublos ($ 512 millones), informó el lunes el diario Vedomosti. 

Fuente: Moscow Times


"Queremos crear un parque de entretenimiento como un lugar para varias horas de inmersión en la historia de Rusia a través de la actuación," dijo Malofeyev al diario, "el proyecto no tiene precedentes en el mercado turístico ruso" agregó.

Para llevar la idea a la vida, Malofeyev, fundador del grupo de inversión Marshall capital, se ha unido a Puy du Fou International, la compañía detrás del parque temático histórico popular de Puy du Fou, en la región de Vendée, en el oeste de Francia, que atrae a cerca de 1,5 millones visitantes al año.

El presidente de la compañía, Nicolás de Villiers, dijo al diario que están dispuestos a co-invertir y administrar el proyecto.

El fundador de Puy du Fou y político francés ha citado en un comunicado conjunto con su hijo Nicolás que "Rusia necesita uno de los principales proyectos turísticos dirigidos al desarrollo de su economía y la celebración de su pasado".

Un representante del departamento de inversiones de la región de Moscú confirmó el conocimiento de los planes.

Malofeyev no especificó el lugar exacto del parque, pero dijo que será construido en 300 hectáreas de tierra cerca del Hotel Tsargrad - un complejo hotelero y de entretenimiento que Malofeyev posee en la región de Moscú. El parque se abrirá entre 2,5 o tres años ", dijo.

domingo, 27 de julio de 2014

Recorriendo la historia del joyero de los Romanov

LOS HUEVOS DE PASCUA FABERGÉ
Fuente: Fabergé.com

La historia de Fabergé está inextricablemente ligada a la vida, al amor y a la tragedia del último Romanov, zar Nicolás II y su emperatriz Alexandra, y para la Revolución Rusa que cambió el curso de la historia mundial. De origen hugonote, con una imaginación febril, el talento proteico e instintos empresariales, Peter Carl Fabergé se convirtió en el joyero y orfebre de la gran corte imperial rusa, creando joyas y objetos exquisitos, incluyendo la legendaria serie de fastuoso e ingenioso Imperial huevos de Pascua. 




Su reputación en todo el mundo atrajo a la realeza, nobleza, magnates, los industriales y la intelectualidad artística de París, Moscú, San Petersburgo y Londres. En 1917, la Revolución Rusa trajo un final violento, no sólo a la dinastía Romanov, sino también a la Casa de Fabergé. Los bolcheviques tomaron los talleres de Fabergé y sus tesoros, toda la producción se cerró y Peter Carl Fabergé y su familia huyeron de Rusia.

En un acuerdo legal en el año 1951, la familia Fabergé perdió el derecho a producir y sobre sus diseños del mercado bajo el nombre de Fabergé. Sin embargo, a través de décadas del siglo 20, el noble nombre Fabergé, separado de la familia a pesar de sus intentos de honrar y perpetuar su legado, mostró una resistencia extraordinaria. En todo momento, la leyenda ha conservado su mística, el carisma y la imponente romance, junto con un cierto enigma ligada al misterio del paradero de muchos Fabergé y sus icónicas obras de arte.
Historia cerró el círculo en octubre de 2007, cuando Fabergé, bajo nueva gerencia y dirección, anunció la reunificación del nombre Fabergé con la familia Fabergé. Esto abrió un nuevo capítulo en la historia intrigante de Fabergé, y sentó las bases para una revitalización total del nombre Fabergé y la filosofía, en sintonía con sus valores originales, la estética y el espíritu. Fabergé fue relanzado el 9 de septiembre de 2009 con tres Les Fabuleuses De Fabergé Alta Joyería Colecciones - Les Fleurs, Les Fables y Les fauves de Fabergé.

       
                                                
                                                                                     

Hoy, con Katharina Flohr como creativa y directora general, y su equipo creativo interno, Fabergé está forjando una fuerte identidad. Rindiendo homenaje al genio de Peter Carl Fabergé como artista-joyero visionario, y beneficiarse de la experiencia y orientación de Tatiana y Sarah Fabergé, sus bisnietas, colecciones de Fabergé contemporáneos están imbuidos de la poesía, el arte y los ideales refinados de belleza que son posibles por la artesanía sin igual, la innovación y el ingenio, todo subrayado con un compromiso emocional fuerte. 
Distinguido por la dedicación de Fabergé con la excelencia y la búsqueda de la perfección, las joyas están ambos relacionados con el mundo de Fabergé, aún del momento y relevante hoy en día, lo que demuestra la modernidad que Peter Carl Fabergé siempre fue capaz de traer a sus propias referencias culturales y estilísticas eclécticas.

Centenario de la Primera Guerra Mundial

La guerra que configuró el mundo en que vivimos

Fuente: eltiempo.com


Era primero de enero de 1914 y parecía de verdad que ese año que apenas empezaba iba a ser uno apacible y feliz, muy feliz. Incluso las estrellas destilaban optimismo ese día, con Marte y Pólux brillando desde muy temprano en el cielo del norte. Varias ciudades europeas pasaron maravilladas la Nochevieja con el estreno del Parsifal de Richard Wagner, que durante dos décadas había sido objeto de un severo veto de su autor para que no se tocara por fuera del Teatro del Festival de Bayreuth.
Pero ya era 1914, desde las 0 horas, cuando sonaron las primeras notas del preludio de la ópera. El veto había caído: en Berlín, en Bolonia, en Praga, en Budapest, en Roma. La música sonó. En Barcelona se hicieron los sordos y empezaron media hora antes, a las 23:30 del 31 de diciembre de 1913: qué más daba, ya pronto sería un nuevo año para todos, un gran año. El periódico estadounidense The Evening News dijo en su editorial: “No ha habido tantos años en que los augurios de un buen año fueran tan brillantes como en este…”.
Hoy sabemos que debajo de esa ingenua placidez dormía un volcán a punto de estallar en mil pedazos, y que muy pronto su lava se iba a desbordar sin que nadie pudiera hacer nada para evitarlo. Se ve en las fotos de los que fueron a la Guerra: la incredulidad y el aturdimiento, la nostalgia por el mundo que se les iba entre las manos. La Belle Époque dejaba de serlo; la calma de la víspera era la que antecede a las tormentas. La calma, el temporal, la tempestad. Tempestades de acero. 
¿Qué ocurrió? ¿Cómo es posible que un mundo que parecía instalado para siempre en sus conquistas y en sus triunfos se saliera de cauce, hasta el desastre? En lo que iba corrido del siglo XX había habido conflictos y problemas, sin duda, siempre los hay. Pero parecía que por fin la humanidad había llegado a la ‘altura de los tiempos’, a la cima: en la ciencia, en la política, en el arte, pocas veces las cosas habían estado mejor. Como dijo José Luis Comellas: sin hambre, sin peste y sin guerra.
Solo que tanta dicha pendía de un hilo: del sutil equilibrio que las potencias europeas, dueñas del mundo y enemigas históricas, habían logrado durante el siglo XIX: ese “siglo largo” del que hablaba Eric Hobsbawm, y que según él empezó en 1789 con la Revolución Francesa, y terminó en 1914, justo con el inicio de la Gran Guerra. El siglo de la industrialización y la consolidación de los imperios coloniales, el de la exacerbación de los nacionalismos. El siglo de Marx y de Nietzsche, de Dickens y Garibaldi. De Bismarck y de Rosa Luxemburgo.
Desde el Congreso de Viena, en el que las grandes monarquías de Europa, de 1814 a 1815, redibujaron su mapa ante la derrota de Napoleón Bonaparte, la historia política y diplomática del siglo XIX fue una sucesión agotadora de asambleas y congresos internacionales –en Verona, en París, en Londres, en Berlín– para garantizar la paz y el equilibrio del sistema. Como en un juego de naipes, o de ajedrez, en el que los dueños del mundo se lo repartían a golpes de audacia y sigilo. Como en una ruleta, también. 
Pero si en el plano político la doctrina de Viena era conservadora y buscaba la restauración del viejo orden, o por lo menos su invocación nostálgica, como el fantasma que era, en el plano social y económico, y cultural, nuevas fuerzas se abrían paso y encontraban a codazos una grieta y un pedazo de luz. Eran fuerzas muy dispares, además: la de la burguesía triunfante, verdadero motor de la industria, el imperio y el capitalismo; la de los pobres del mundo, rebelados contra la industria, el imperio y el capitalismo.
La de los anarquistas y los liberales, y los reaccionarios, y los socialistas, y los poetas, y los nacionalistas, y los románticos, y los opiómanos. La de aquellos que creían que su patria se merecía por fin un Estado, e incluso la de aquellos que creían que su Estado se merecía por fin una patria, por qué no. Revueltas por doquier y guerras que se hacían para que no hubiera guerras; imperios bajo cuya sombra se retorcía un enjambre de pueblos e intereses que no siempre eran los mismos. Ni su lengua ni su religión ni su pasado.
Las huellas imperiales
De los viejos imperios coloniales, el de Inglaterra era el único que sobrevivía de verdad, invicto y opulento: dueño y señor del mar, su capital era entonces –y lo fue durante mucho tiempo más– la capital del mundo. Así que su política fue siempre defensiva, buscando el equilibrio en el continente europeo y cuidando, eso sí, que a nadie se le ocurriera tocar sus posesiones de ultramar. Más ahora que España y Portugal y Holanda se habían hundido; ahora que eran un recuerdo y un escombro. 
Pero el problema estaba en el centro y en el este de Europa, donde aún humeaban, como brasas, las huellas de los ejércitos de Napoleón; huellas que borraría Bismarck. Allí Rusia buscaba acrecentar su poder –y lo hizo– a costa del Imperio Otomano, que sin embargo había sido el incómodo garante, durante cuatro siglos, de la estabilidad imposible en los Balcanes. Pero los búlgaros querían su independencia, y los serbios, y los rumanos, mientras Austria mostraba impotente sus manos cansadas, ahora que el poder estaba en Berlín y no en Viena.
Esa es, sin duda, otra de la causas de la Primera Guerra Mundial: la manera en que Otto von Bismarck consolidó la unidad del Imperio Alemán después de la guerra franco-prusiana (1870 a 1871), y las consecuencias para Europa que tuvo ese triunfo político y militar del Canciller de Hierro: el aislamiento diplomático de Francia, por un lado, y algo que empezó a preocupar en lo más profundo a Inglaterra, por el otro: el surgimiento del apetito colonial entre los reyes alemanes y su pueblo.
Entre 1877 y 1878 –haciendo casi un recuento taquigráfico; nunca hay suficiente tiempo para el pasado– el Imperio Ruso, otro viejo fantasma, derrotó al Imperio Otomano en una guerra en la península de los Balcanes y en el Cáucaso. No lo hizo solo, no: Serbia, Rumania, Montenegro y Bulgaria pelearon a su lado, buscando sacudirse del dominio turco. Y lo lograron. Se hizo entonces el Congreso de Berlín, en el verano del 78, para que las potencias se repartieran una vez más el botín.
Fue allí donde el Imperio Austrohúngaro se adueñó de Bosnia y Herzegovina, con un sutil ropaje de protectorado que le duraría hasta 1908, cuando se la anexionó ya del todo, sin pretextos ni modales. Pero era obvio que algo así lo enfrentaría con Rusia, y sobre todo con aquellos que reivindicaban en los Balcanes el ‘Paneslavismo’: la unidad de los pueblos eslavos, divididos en el sur no solo por razones religiosas sino también por razones políticas e ideológicas.
Así que el incendio ya estaba prendido, pero como en los viejos caserones cuando hay un corto circuito: solo por dentro al principio, devorando a su paso la madera y las vigas, las entrañas. Exhalando el olor del fuego que aún no se ve. “Truenos subterráneos”, los llamó Alfonso Reyes. Era cuestión de tiempo –la cuenta regresiva del reloj, seis años, cinco, cuatro…– para que el polvorín explotara y el mundo con él.
Aunque a Inglaterra no le preocupaban tanto esas cosas; ya llegaría el momento de hacerlo. Pero la actitud del Imperio Alemán sí, ahora en manos del káiser Guillermo II, un arrogante e impetuoso dispuesto a hacer valer a cualquier costo su poder y sus planes. Eso precipitó la alianza inglesa con Francia y luego con Rusia: con la primera en 1904 para garantizar el orden colonial en el África del norte; y con la segunda en 1907 para garantizarlo en Asia central y en India. La ‘Triple Entente’.
En 1911 vino la segunda crisis marroquí –la primera había sido en 1905, casi con los mismos actores–, cuando una rebelión contra el sultán hizo que Francia enviara tropas a protegerlo y a salvarlo; a eso se había comprometido, qué remedio. El káiser mandó entonces hasta Agadir un delegado de negocios suyo, Herman Wilberg. Luego, con el argumento de que su hombre corría peligro, envió un buque cañonero, el Panther. Solo que el barco llegó antes.
Daba igual: la guerra ya era un hecho cumplido, el tiempo seguía corriendo. En 1912 y 1913 hubo dos guerras más en los Balcanes, tic, tac, tic, tac. Qué extraño: nadie parecía darse cuenta de nada. “¿Cree usted que pasará algo?”, le preguntó un amigo a Joseph Conrad. “Nada”, respondió el novelista. “Nada”.
1914 prometía ser un año apacible y feliz. En el verano la gente estaba más interesada en el juicio a Madame Caillaux o en ir al mar o al cine que en ir a la guerra. Era el “tiempo de la seguridad”, como dijo Stefan Zweig. Ese tiempo que estalló en mil pedazos de un fogonazo en Sarajevo.

sábado, 26 de julio de 2014

82 consejos de Gurdjieff a su hija: una poderosa lista de sobria sabiduría

Fuente: pijamasurf.com/

G. I. Gurdjieff es, sin duda, uno de los místicos más influyentes del último siglo. Su filosofía, que a grandes rasgos planteaba que el hombre en términos prácticos es una máquina programada que vive en un estado de perpetua somnolencia (sí, Gurdjieff es uno de los grandes precursores del apocalipsis zombie, sólo que para él esto no era algo que iba pasar en el futuro sino que ya era el estadio general de nuestra sociedad), ha sido importante para personajes como Osho, Jodorowsky, Castaneda, Leary, Crowley y por supuesto, su gran alumno Ouspenski. Aunque Gurdjieff, en su plano más esotérico, sostenía una visión un tanto más radical (como que el ser humano es alimento para la Luna), en este caso tenemos un ejemplo de su dao, una enseñanza moral que casi podríamos incrustar en la gran tradición del camino chino del justo proceder junto a alguien como Confucio. 
Desde hace unos años se ha viralizado en la red este texto publicado en el libro El maestro y las magas, de la editorial Siruela. A continuación, 82 duras perlas que el maestro dedicó a su hija; bien leídas, constituyen un manual para desprogramarse y vivir libremente, con una responsabilidad que se debe sólo al propio espíritu. 


1. Fija tu atención en ti mismo; sé consciente en cada instante de lo que piensas, sientes, deseas y haces.
2. Termina siempre lo que comenzaste.
3. Haz lo que estás haciendo lo mejor posible.
4. No te encadenes a nada que a la larga te destruya.
5. Desarrolla tu generosidad sin testigos.
6. Trata a  cada persona como si fuera un pariente cercano.
7. Ordena lo que has desordenado.
8. Aprende a recibir; agradece cada don.
9. Cesa de autodefinirte.
10. No mientas ni robes; si lo haces, te mientes y robas a ti mismo.
11. Ayuda a tu prójimo sin hacerlo dependiente.
12. No desees ser imitado.
13. Haz planes de trabajo y cúmplelos.
14. No ocupes demasiado espacio.
15. No hagas ruidos ni gestos innecesarios.
16. Si no la tienes, imita la fe.
17. No te dejes impresionar por personalidades fuertes.
18. No te apropies de nada ni de nadie.
19. Reparte equitativamente.
20. No seduzcas.
21. Come y duerme lo estrictamente necesario.
22. No hables de tus problemas personales.
23. No emitas juicios ni críticas cuando desconozcas la mayor parte de los hechos.
24. No establezcas amistades inútiles.
25. No sigas modas.
26. No te vendas.
27. Respeta los contratos que has firmado.
28. Sé puntual.
29. No envidies los bienes o los éxitos del prójimo.
30. Habla sólo lo necesario.
31. No pienses en los beneficios que te va a procurar tu obra.
32. Nunca amenaces.
33. Realiza tus promesas.
34. En una discusión, ponte en el lugar del otro.
35. Admite que alguien te supere.
36. No elimines, sino transforma.
37. Vence tus miedos; cada uno de ellos es un deseo que se camufla.
38. Ayuda al otro a ayudarse a sí mismo.
39. Vence tus antipatías y acércate a las personas que deseas rechazar.
40. No actúes por reacción a lo que digan, bueno o malo, de ti.
41.  Transforma tu orgullo en dignidad.
42.  Transforma tu cólera en creatividad.
43.  Transforma tu avaricia en respeto por la belleza.
44.  Transforma tu envidia en admiración por los valores del otro.
45.  Transforma tu odio en caridad.
46. No te alabes ni te insultes.
47. Trata lo que no te pertenece como si te perteneciera.
48. No te quejes.
49. Desarrolla tu imaginación.
50. No des órdenes sólo por el placer de ser obedecido.
51. Paga los servicios que te dan.
52. No hagas propaganda de tus obras o ideas.
53. No trates de despertar en los otros emociones hacia ti como piedad, admiración, simpatía, complicidad.
54. No trates de distinguirte por tu apariencia.
55. Nunca contradigas, sólo calla.
56. No contraigas deudas; adquiere y paga en seguida.
57. Si ofendes a alguien, pídele perdón.
58. Si lo has ofendido públicamente, excúsate en público.
59. Si te das cuenta de que has dicho algo erróneo, no insistas por orgullo en ese error y desiste de inmediato de tus propósitos.
60. No defiendas tus ideas antiguas sólo por el hecho de que fuiste tú quien las enunció.
61. No conserves objetos inútiles.
62. No te adornes con ideas ajenas.
63. No te fotografíes junto a personajes famosos.
64. No rindas cuentas a nadie; sé tu propio juez.
65. Nunca te definas por lo que posees.
66. Nunca hables de ti sin concederte la posibilidad de cambiar.
67. Acepta que  nada es tuyo.
68. Cuando te pregunten tu opinión sobre algo o alguien, di sólo sus cualidades.
69. Cuando te enfermes, en lugar de odiar ese mal, considéralo tu maestro.
70. No mires con disimulo; mira fijamente.
71. No olvides a tus muertos, pero dales un sitio limitado que les impida invadir toda tu vida.
72. En el lugar en el que habites, consagra  siempre un sitio a lo sagrado.
73. Cuando realices un servicio, no resaltes tus esfuerzos.
74. Si decides trabajar para los otros, hazlo con placer.
75. Si dudas entre hacer y no hacer, arriésgate y haz.
76. No trates de ser todo para tu pareja; admite que busque en otros lo que tú no puedes darle.
77. Cuando alguien tenga su público, no acudas para contradecirlo y robarle la audiencia.
78. Vive de un dinero ganado por ti mismo.
79. No te jactes de aventuras amorosas.
80. No te vanaglories de tus debilidades.
81. Nunca visites a alguien sólo por llenar tu tiempo.
82. Obtén para repartir.

El tren de pasajeros volvió a General Pico después de 13 años

La formación fue recibida por el ministro del Interior y Transporte de la Nación, Florencio Randazzo, y por el gobernador pampeano, Oscar Jorge.

Fuente: diarioregstrado.com


Por primera luego de 13 años un tren se pasajeros llegó el sábado a la ciudad pampeana de General Pico, y fue recibida por una cantidad importante de vecinos emocionados por el suceso. La vuelta del tren logra reactivar la comunicación entre las localidades de Realicó y General Pico, interrumpida en 2001.


El acto de recibimiento estuvo encabezado por el ministro del Interior y Transporte de la Nación, Florencio Randazzo, y por el gobernador pampeano, Oscar Jorge. Hora antes habían estado en la capital provincial, Santa Rosa, donde entregó dos patrullas de seguridad vial, 400 cascos, dos alcoholímetros y un radar.


Además estuvieron presentes la diputada nacional María Luz Alonso, la senadora nacional María Higonet, la delegada local de Migraciones, Paula Grotto, y el legislador provincial Luciano Di Nápoli, entre otros.


"La decisión del gobierno nacional es que donde hubo un tren de pasajeros vuelva a haber un tren de pasajeros, así con el tren de cargas, pero no se puede hacer en dos años lo que no se hizo en 50 años", manifestó Randazzo.

Sobre el regreso del tren de pasajeros a Santa Rosa, pidió ir "paso a paso", porque "no se puede prometer lo que no se sabe si se puede cumplir", y señaló que "no es imposible" y que se está evaluando el estado de las vías