El grupo argentino Tango Metropolis Dance Company participó en el Festival Internacional de Teatro de Chéjov realizado en la capital rusa.
Fuente: RBTH
Fue una constante durante los cuatro días en que el espectáculo se mantuvo en cartel en Moscú: el acceso al teatro se llenó de gente en busca de una entrada sobrante, un fenómeno inusual en la ajetreada capital rusa.
De hecho, el interés de los rusos por la unidad de la música y la danza en el tango no sorprende a uno de los coreógrafos del espectáculo
Tango y Noche, Claudio Hoffman: “Ya había escuchado canciones parecidas en Rusia, incluso en la calle. Por ejemplo, Chórnaya Noch (La noche negra, en ruso). Es una canción muy popular aquí, ¿verdad? ¡Bien podría pasar por un tango!”.
Le dan la razón numerosos investigadores, que comparan la música del tango con el romance ruso y encuentran similitudes tanto en la melodía de estos dos géneros musicales, como en el drama que envuelve sus temas. De hecho, para los moscovitas, poder asistir hoy a una representación profesional de tango constituye un verdadero placer: la popularidad del baile argentino en las escuelas de aficionados de la capital rusa ha alcanzado niveles insospechados en la última década.
Un aplauso continuo
El espectáculo está dividido en dos partes. La primera representa la historia del propio baile. “El tango surgió en los burdeles, tenemos dibujos de esa etapa. Se consideraba un baile indecoroso y, durante mucho tiempo no se representó en los grandes escenarios. Pero, finalmente, se abrió paso en la sociedad”, comenta la otra coreógrafa, Pilar Álvarez.
“El tango también está relacionado con la emigración de europeos a la Argentina: los inmigrantes aportaron mucho al baile. Entre otras cosas, la nostalgia por su tierra natal”.
La segunda parte del espectáculo es un tango muy reconocido. “Le debemos mucho al maestro Astor Piazzolla, el mayor compositor de tango de la historia”. En esta representación bailan seis parejas, que ocupan el comienzo todo el escenario, para luego desaparecer rápidamente tras las bambalinas. Los números de baile están ligados por un hilo dramático, una de esas historias pasionales, propias de las letras del tango.
En una escena, un joven maleante corteja a la amante del cabecilla de una banda criminal y la invita a bailar. En otra, los dos se encuentran en un andén mientras se acerca un tren que escupe fuertes bocanadas de vapor al público. Durante el baile surge un auténtico triángulo amoroso, cuyos protagonistas recorren la escena, incapaces de descomponer la figura geométrica.
El tango es un baile que a muchos les resulta familiar, lo que queda reflejado en el alcance que ha tenido este espectáculo (la compañía ha recorrido ya muchos países).
El espectáculo ha alcanzado un gran éxito en Rusia. “Aquí nos han recibido con los brazos abiertos”, afirma Claudio. “Tenés un público muy caluroso y entusiasta. Cuando salimos a escena para el saludo final, sentimos toda su energía. Hay un fragmento (cuya música, en realidad, hace referencia a Uruguay) en el que los espectadores aplauden al ritmo de los tambores, marcando el ritmo del baile. En otros países la gente solo aplaude cuando se les pide, pero en Rusia el aplauso continúa con la música, lo que no es habitual”.“Viajamos por todo el mundo y sabemos que el tango llama mucho la atención, tiene resonancia. Nos sentimos embajadores de la cultura argentina; somos conscientes de la importancia que tiene lo que hacemos, de que mostramos la Argentina en el extranjero”, comenta Pilar. “Y es que, hablar de la Argentina, normalmente, es hablar de tango o de fútbol”, bromea Claudio.
En el último tango de Moscú, el público recibió entusiasmado a los bailarines: toda la sala se levantó en una gran ovación para pedir “otra” a los artistas.