La historia de la Iglesia rusa en Argentina es tan rica como la de cada habitante ruso en nuestro país.
En esta nota reproducimos algunos datos recopilados desde www.iglesiarusa.org.ar
Historia
La historia de la Iglesia Ortodoxa en la República Argentina es muy rica, especialmente para los corazones sencillos y humildes, que ven en los acontecimientos de la vida la manifestación de la Providencia Divina y el amor infinito del Todopoderoso para con nosotros pecadores. Y así debe ser, sí, como dijo Nuestro Señor Jesucristo, ni un solo cabello perecerá, ni un solo pajarillo caerá a tierra sin la voluntad de Dios (Lucas XXI, 18; Mateos X, 29).
A mediados del siglo XIX, la corriente inmigratoria ha traído a estas playas argentinas a los primeros ortodoxos: griegos, y eslavos (dálmatas y montenegrinos), marinos desde la cuna, que fueron recibidos con simpatía, encontrando bien pronto aplicación a sus especiales conocimientos en náutica.
Estos pioneros del progreso prestaron valiosos servicios a esta República cuando la marina nacional se hallaba aún en los comienzos de su organización y más de una vez derramaron su sangre junto con los nativos, en lucha contra los enemigos de su nueva patria.
Pocos años después de los griegos y de los eslavos comenzó la afluencia de sirio-libaneses pertenecientes al Patriarcado de Antioquia, los que dedicados al comercio ambulante en escala modesta, en la actualidad han alcanzado un desarrollo extraordinario, al punto de ocupar puestos de primera fila en el comercio y en la industria argentina.
Todos estos inmigrantes constituían una reducida comunidad ortodoxa sin representación alguna. En toda Sudamérica no había una sola iglesia Ortodoxa, ni sacerdote alguno de este culto, y para satisfacer sus necesidades espirituales, o para formalizar sus matrimonios o bautismos, se veían obligados a recurrir a otros cultos, según manifestaron en la petición que por intermedio del Cónsul General de Rusia en Buenos Aires Don Pedro Christophersen que presentaron a su Majestad el Emperador Alejandro III, suplicándole el envío de un sacerdote ortodoxo a esta Capital.
Esta solicitud fechada en Buenos Aires el 1 de octubre del año 1887 fue suscripta por los siguientes señores: Milo Vucassovich, Capitán Juan Vucassovich, Nicolás Cernogorevich, Capitán Alejandro Vidovich, Jorge y Nicolás Bakmas, Capitán Marcos Vucassovich, Capitán Bozo Vucassovich, Capitán Spiro Radulovich, Milo Zlocovich, Spiro Yacsich y otros en representación de los eslavos. En representación de los griegos firmaron: Fotios Vocinas, Capitán Manuel Jasidakis, Francisco Lurán, Elías Lichas, Andrés Bista, Jorge Pneumaticos, Marcos Scalcotti y otros más.
Su majestad el Emperador Alejandro III supo comprender la afligente situación de los hijos huérfanos de su Madre Iglesia y el 14 de Junio (calendario juliano) de 1888 firmó el ¨ukaz¨ (decreto) ordenando la fundación en Buenos Aires de la Iglesia Ortodoxa adscripta a La Legación Imperial de Rusia en América del Sur.
Así, cuando aquí no hubo ni una media docena de ortodoxos rusos, establecióse a solicitud de los ortodoxos de otras nacionalidades la primera y única Iglesia Ortodoxa en el continente sudamericano.
Primera Misa Ortodoxa en la Iglesia
El 13 de Enero de 1889 fue celebrada por el Reverendo Padre Miguel Petrovich Ivanoff la primera misa ortodoxa en la Iglesia ubicada en dos salones alquilados al efecto en una modesta casa de la calle Talcahuano en presencia del Ministro de Rusia, señor Alejandro S. Yonin, el señor Cónsul general don Pedro Christophersen, todos los ortodoxos y muchas personas de la más distinguida sociedad argentina.
Constantino Izrastsoff |
El mismo día han sido bautizados varios niños los que fueron inscriptos en los Registros de la Iglesia, figurando bajo el Nº 1 del sexo masculino el niño Alejandro, hijo del griego Panaiotis Pitzas; el nombre de Alejandro fue dado al niño por sus padres en honor de Su Majestad el Emperador Alejandro III, y bajo el Nº 1 del sexo femenino figura la niña Sofía, hija del Capitán Don Juan Vucassovich, posterior distinguida Señora Doña Sofía V. de Scannapieco.
Grande ha sido el júbilo de los fieles con motivo de la instalación de la capilla, pero desgraciadamente ello duró poco tiempo, ya que el Reverendo Padre Ivanoff fue requerido por sus familiares y la parroquia quedó acéfala.
Sr. Alejandro Christophersen; Teniente Gral. Julio A. Roca; S.E. Monseñor Antonio. |
El joven y enérgico Reverendo Padre Constantino se preocupaba, por sobre todas las cosas, de dar cumplimiento a su promesa y para ello dirigió sendos informes al Ministerio de Relaciones Exteriores y al de Hacienda de San Petersburgo solicitando fondos para la erección de una Iglesia, cuyo edificio sea digno exponente de la religión Católica Apostólica Ortodoxa. El resultado fue nulo.
Estos esfuerzos merecieron la aprobación de Su Majestad el Emperador Mártir Nicolás II, de su Augusta Madre la Emperatriz María Theodorovna y de varios otros miembros de la familia imperial. Le concedieron Reverendo al Padre Constantino Izrazstoff audiencias privadas y con sus acostumbradas benevolencias y magnanimidad le dirigieron al joven misionero ruso palabras de aliento para la continuación de la obra emprendida al mismo tiempo que contribuían con sus generosas donaciones particulares.
Merced a todo ello se pudo dar comienzo a la obra y el 6/18 de Diciembre de 1898, día de San Nicolás, fiesta onomástica de su Majestad el Emperador Mártir Nicolás II, se colocó la piedra fundamental de la iglesia. Los planos, conforme al anteproyecto trazado por el famoso académico M. T. Preobrazshensky, arquitecto del Santo Sínodo de Rusia, fueron confeccionados por el arquitecto Don Alejandro Cristophersen, quien dirigió la obra, también desinteresadamente.
Con motivo de la colocación de la piedra fundamental, el Señor Alejandro Greger, Encargado de Negocios de Rusia, hizo acuñar medallas conmemorativas de bronce y de plata que ahora representan una gran rareza.
La bendición del templo en la calle Brasil, haciendo vis-á-vis con el hermoso Parque Lezama, de estilo moscovita del siglo XVII y XVIII tuvo lugar el 6 de octubre de 1901 en presencia del Excelentísimo Señor Presidente de la República, Teniente General Julio A. Roca, Ministros del Poder Ejecutivo, Cuerpo Diplomático y autoridades nacionales y municipales. En representación del gobierno de Grecia asistió Su Excelencia el Conde de Salá, Ministro Plenipotenciario de Francia quien en aquella época atendía los intereses de Grecia. Tanto Yugoslavia, como Rumania y Bulgaria carecían de representación diplomática y consular en esta República. Del tal modo los ortodoxos recibieron una digna representación de su culto en el templo de la Santísima Trinidad que existe en la calle Brasil 315, bajo cuyo techo acudían los ortodoxos de diferentes nacionalidades en procura de consuelo espiritual y para reconfortar su fe.
Hoy podemos decir: ¡Venid y ved la Iglesia, que desde los primeros siglos del cristianismo ha conservado el dogma en toda su integridad!
La Iglesia Ortodoxa ha conservado incólumes a través del tiempo las creencias de la Iglesia primitiva y no ha modificado en manera alguna los dogmas que establecieron los siete Concilios ecuménicos, que se celebraron en los nueve primeros siglos del cristianismo. Ella ha cumplido con absoluto rigor su propósito de conservar íntegras las creencias que heredó de la Iglesia primitiva, antes de su división en Oriental-griega y Occidental-romana.