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sábado, 28 de enero de 2017

Artistas retratan su experiencia en el Transiberiano

Jóvenes artistas rusos y británicos hicieron la ruta del Transiberiano. El inspirador viaje se convirtió en un espacio de encuentro y de creación.


Un grupo de artistas británicos y rusos realizó el mítico viaje del Transiberiano, un viaje soñado por muchos. Pararon en Ekaterimburgo, Kazán, Novosibirsk y Krasnoyarsk. El viaje formó parte de los eventos del Año de la Lengua y la Literatrua Rusia-Reino Unido.

El viaje a través de Eurasia es una aventura única, una experiencia que se recuerda toda la vida. Además de los fantásticos paisajes se puede conocer la vida cotidiana de los habitantes locales.
El viaje comenzó el pasado 24 de octubre en Moscú. El equipo internacional pasó 14 días juntos, visitó cinco ciudades y recorrieron miles de kilómetros en un mismo vagón. Tanto sus impresiones personales, como sus espontáneas colaboraciones artísticas, así como sus conversaciones se colgaron en un diario online, escrito en inglés y en ruso.

En diciembre se publicará una web para mostrar online todo el arte que este viaje ha inspirado, así como un video sobre el mismo. Incluirá materiales audiovisuales y literarios realizados durante el viaje.

El grupo realizó paradas en Kazán, capital de la República de Tatarstán; en Ekaterimburgo, tercera ciudad de Rusia situada en los Urales; y en dos ciudades siberianas: Novosibirsk y Krasnoyarsk, donde asisitieron a la feria del libro.



"Estamos de pie en una plataforma a las 2 de la madrugada, la nieve intenta caer, el aire tiene matices metálicos y el viento es tan fuerte que me lamento de haber perdido mi gorro de piel en Moscú. 


Alguien del British Council dice con pesimismo que en Krasnoyarsk hará -20ºC cuando lleguemos,  y no menos tristemente anuncia que pronto empezarán nuestras clases de ruso...", reflexiona Andrew Dickson (en la foto) escritor y crítico literario experto en Shakespeare.


El crítico literario Konstantin Milchin participó en un debate sobre las literaturas contemporáneas en inglés y ruso durante el viaje.

“Translit es una experiencia de viaje fantástica, se descubren lenguas y hay un aprendizaje mutuo constante. Enseñamos a los británicos, los británicos nos enseñan a nosotros y todo ocurre de una manera tan espontánea, como si se uniese al mismo viaje en tren", explica Alisa Ganíeva, escritora y crítica literaria.









Gruff Rhys, líder de la banda de rock psicodélico Super Furry Animals, escribió varias canciones inspirado en el viaje. Una de ellas está basada en el poema "Una nube en pantalones" de Vladímir Maiakovski, que Rhys describe como una "original traducción basada en las tendencias del siglo XXI".

El Transiberiano es uno de los viajes en ferrocarril más fascinantes del mundo. Es el recorrido en tren más largo del mundo y el que más estaciones tiene.

Por qué Rusia construyó el ferrocarril Transiberiano

El historiador  Dv.land explica cómo Rusia temía la expansión de China hacia sus territorios del Extremo Oriente y decidió construir el ferrocarril Transiberiano hace 125 años.

Fuente: RBTH


En 1890, la parte europea de Rusia tenía una red de ferrocarriles que se medía casi 30.000 kilómetros, gracias a un eficaz sistema de asociación del sector público y privado.
Mientras tanto, al este de los montes Urales, que separan Europa y Asia, no había un solo kilómetro de vías de ferrocarril, a pesar de que el emperador Alejandro III lo había propuesto. En 1886, dijo “El gobierno todavía no ha hecho nada para satisfacer las necesidades de esta región, rica pero fronteriza”.
La idea de construir un ferrocarril desde Moscú hasta el océano Pacífico parecía imposible. Si la construcción del ferrocarril San Petersburgo-Moscú, de 650 kilómetros (inaugurado en 1851) costó 67 millones de rublos (en un momento en que el gobierno tenía unos ingresos anuales de 200 millones de rublos), para conectar Moscú con Vladivostok harían falta al menos 330 millones de rublos (unos 7.000 millones de dólares hoy en día).
Al mismo tiempo, después de que la guerra de Crimea (1853-56) agotara los recursos de Rusia, las arcas estaban vacías. Otro factor que asustaba al gobierno era el hecho de que el Transiberiano debía construirse a través de un territorio casi despoblado como Siberia, cruzando cientos de ríos grandes y pequeños. De modo que los burócratas respondieron a Alejandro III diciendo que el proyecto no era posible.
Nadie sospechaba que solo unos años después habría descubrimientos que eliminarían el miedo de unos costes tan exorbitantes. En julio de 1890 San Petersburgo se quedó atónica por la alarmante noticia de que China había comenzado a construir un ferrocarril hasta la periferia del Extremo Oriente ruso.

Una tierra lejana

No fue hasta mediados del siglo XIX que Rusia pudo cerrar varios acuerdos con la dinastía Qing que daban al Imperio ruso la tienda que ahora comprende las regiones de Amur, Primorie, Sajalín, la Región Autónoma Judía y una gran parte del territorio de Jabárovsk.
En aquel momento, el ferrocarril acababa en los Urales. Desde allí únicamente había un camino de postas que se extendía a lo largo de Siberia. Desde el Baikal se podía llegar a Vladivostok en barco a través de los ríos Shilka y Amur. En invierno, cuando el Amur estaba congelado, o en verano, cuando este se secaba, la comunicación regular se interrumpía. El viaje por caminos duraba al menos 11 meses.
La alternativa era una ruta marítima rodeando India, China, Corea y Japón. El viaje duraba hasta seis meses, pero cualquier posible conflicto entre Rusia y Gran Bretaña, China o Japón habría cortado inmediatamente la comunicación entre el Extremo Oriente y la Rusia Europea. De hecho, el Extremo Oriente ruso en aquella época se parecía bastante a una “isla” alejada de Rusia.

La amenaza china

El aislamiento de sus territorios asiáticos fue la causa de que San Petersburgo se asustara cuando en verano de 1890 supo de los planes de China para construir un ferrocarril hasta la periferia del Extremo Oriente ruso.
China, con la ayuda de ingenieros ingleses, empezó a extender su ferrocarril desde Pekín hacia el norte, hacia Manchuria y más allá hasta la ciudad de Hunchun, situada en la intersección de tres países: China, Rusia y Corea, a solo 100 kilómetros de Vladivostok.
En aquel momento China tenía 400 millones de habitantes, y las regiones rusas que limitaban con este país tenían una población de menos de dos millones. En agosto de 1890, el ministro de Asuntos Exteriores del Imperio Ruso, Nikolái Girs, declaró que la construcción del ferrocarril Transiberiano era algo “de vital importancia”.
Los asuntos geopolíticos pasaron por delante de las dudas económicas y Alejandro III ordenó al príncipe de la corona Nicolás que supervisara personalmente la construcción del ferrocarril en Vladivostok.
La construcción de la Gran Ruta Siberiana, como se llamaba entonces el Transiberiano, comenzó el 31 de mayo de 1891.

Empieza la construcción

El ferrocarril y el proceso de su construcción desempeñaron un papel crucial en el desarrollo socio económico del Extremo Oriente ruso. Solo cinco años después de que comenzara la construcción del ferrocarril, el volumen de carga del puerto de Vladivostok pasó a ser más de 30 veces mayor.
Una gran cantidad de los productos importados estaban destinados a la construcción del ferrocarril. Con el inicio de esta ruta de ferrocarril desde el Pacífico hasta los Urales, Vladivostok se convirtió en la puerta marítima para un ferrocarril transcontinental.
Curiosamente, el ferrocarril propuesto por China desde Pekín hacia el norte que tanto asustaba a Rusia no se terminó hasta varias décadas después de que el Transiberiano estuviera listo.

En la actualidad, un viaje desde San Petersburgo hasta Vladivostok en tren dura seis días y cinco horas y el precio de un billete es de a partir de 243 dólares. En avión este viaje dura 11 horas (con transbordo en Moscú) y cuesta 260 dólares.