martes, 7 de noviembre de 2017

Así fue realmente la toma del Palacio de Invierno por los bolcheviques

La toma del Palacio de Invierno, símbolo del poder monárquico, supuso el inicio de 70 años de comunismo en Rusia. Recordamos cómo fueron los hechos que estremecieron al mundo.

Fuente: RBTH
Una furiosa masa de gente, disparando y gritando, asalta un edificio enorme. Un hombre herido, de rodillas en el suelo, pide a la gente que continúe su lucha contra la tiranía antes de exhalar su último aliento. Un río interminable de personas corre, escala por la gigantesca puerta y, finalmente, entra en el edificio. La revolución ha triunfado y los gritos de “¡Hurra!” llenan el aire como un trueno.
Así fue como el famoso cineasta Serguéi Eisenstein representó el punto álgido de la revolución de octubre, la toma del Palacio de Invierno, que fuera durante largo tiempo la residencia de los Romanov, en su película Octubre (1928). La icónica escena es muy pasional. Si tuviera que ponérsele alguna pega sería que nada de lo que muestra ocurrió en la vida real.

Un gobierno en apuros

La realidad fue menos heroica. El 6 de noviembre de 1917 (25 de octubre en el calendario juliano, que estuvo vigente en Rusia hasta 1918) el Gobierno Provisional, que estaba al mando desde la abdicación de Nicolás II en marzo, se encontraba en una posición débil. Incapaz de llevar a cabo un cambio profundo se enfrentaba a un aumento de las protestas y perdía paulatinamente el control, incluso en la capital.
La guarnición militar de Petrogrado estaba más que descontenta con Alexánder Kerenski, el Presidente del Gobierno Provisional. Semanas antes trató de enviar al frente a los regimientos que estaban en la capital, ya que la Primera Guerra Mundial todavía estaba en marcha.


No querían luchar y se negaron a ir, a medida que crecía el apoyo a los bolcheviques, que hacían llamamientos a otra rebelión. El 3 y el 5 de octubre los bolcheviques, comandados por Lenin y Trotski, iban ganando poco a poco poder en la ciudad.

Cambio de régimen

Se pareció más a un cambio de guardia. Los revolucionarios armados iban a los cuarteles y a los soldados con la frase: “El Gobierno Provisional ha sido derrocado. Ahora todo el poder es de los trabajadores y de los campesinos representados por los sóviets”. Los sóviets eran cuerpos representativos formados en la base de la sociedad, y los bolcheviques tenían en allí una posición de liderazgo.
Los soldados no estaban dispuestos a apoyar al Gobierno y cambiaron de bando fácilmente. El día antes de la revolución Kerenski carecía prácticamente de tropas. Abandonó Petrogrado la mañana del 6 de noviembre, en busca de algunos regimientos leales en el frente, pero fracasaría en su intento.

La calma antes de la tormenta

Mientras tanto, el resto del Gobierno trataba de proteger lo que todavía no había perdido, y la lista era muy corta, se limitaba al Palacio de Invierno. Movilizaron a todo el mundo que podían, a los estudiantes de las escuelas militares y hasta un batallón de mujeres. “No está claro cuántos soldados había en el palacio y en los alrededores, entre 500 y 700 personas. Se iban y volvían”, comenta la historiadora Yulia Kanto en una entrevista en Lenta.ru. 

Por la noche el palacio estaba rodeado de gente que apoyaba a los bolcheviques, en concreto escuadrones militares de la Guardia Roja. A las 21:40, el crucero Aurora,  atracado en el río Nevá, disparó dando así la orden para el comienzo del asalto.


Cara a cara

Desde la caída de la monarquía el Palacio de Invierno ya no era la residencia real, sino el cuartel general del Gobierno y un hospital. Muchos de los heridos en el campo de batalla de la Primera Guerra Mundial se encontraban allí, ya que en el palacio había espacio suficiente. Así que cuando la artillería de los bolcheviques comenzó a bombardear el palacio desde la Fortaleza de Pedro y Pablo, en el otro lado del río Nevá, algunos de los soldados cayeron como víctimas.
Aparte de esto, el asalto fue bastante silencioso, se pareció más a una captura. Mientras se atacaba el palacio un grupo de unas 10-12 personas, lideradas por el militar bolchevique Vladímir Antónov-Ovseienko, se coló en el palacio a través de una puerta que no estaba vigilada en la parte de atrás del edificio.
Tras varias horas deambulando por el interior del enorme palacio encontraron finalmente el gabinete en el que los ministros estaban reunidos, se desconocen las razones de la reunión. Antónov-Ovseienko los arrestó inmediatamente y prometió seguridad a todos los que estaban defendiendo el palacio si deponían las armas.

El final

De modo que en el ataque apenas hubo derramamiento de sangre. Tal y como señala el historiador Borís Sapúnov, “los líderes soviéticos tenían argumentos para asegurar que la revolución de octubre había sido el menos sangriento en la historia de los levantamientos en Europa”. El Gobierno Provisional de Petrogrado pasó a la historia en silencio, casi sin que hubiera grandes luchas.
Entre lo que se destruyó en el ataque se encontraba una preciosa bodega. Antónov-Ovseienko ordenó disparar contra ella para prevenir que los soldados bebieran. El vino tinto fluía por las calles hasta llegar a las alcantarillas, lo que hizo que aflorasen las leyendas acerca de la gran cantidad de sangre que se había derramado durante la batalla. Lo cierto es que los ríos de sangre llegaron más tarde.