LA VIDA EN ALEPO
Siria: dramático testimonio de una religiosa argentina sobre la guerra
El pueblo es el gran espectador que está pagando con víctimas la crisis, pero "no baja los brazos" y atraviesa el sangriento y complejo conflicto con "una fuerza admirable y una fe inquebrantable", cuenta en primera persona la religiosa Guadalupe Rodrigo.
Así lo cuenta en primera persona la religiosa argentina Guadalupe Rodrigo, integrante de la Familia del Verbo Encarnado que vivió los últimos tres años en Alepo, una de las ciudades más convulsionadas por la crisis siria, y que proyecta volver en las próximas semanas para seguir asistiendo agrupos cristianos perseguidos.
Oriunda de Villa Mercedes, San Luis, la hermana Guadalupe -de 41 años- estuvo esta semana en Buenos Aires para dar diversas charlas -una de ellas en el Senado de la Nación-, donde contó lo que es vivir por dentro una guerra civil que ya se cobró la vida de más de 100 mil personas y originó más de 2 millones de refugiados, la gran mayoría niños.
"Me fui para tomarme un tiempo, descansar, reponer fuerzas y volver. Tenía previsto hacerlo los primeros días de mayo, pero la situación está muy brava, recrudecieron los combates, así que decidí posponerlo por un mes. Si Dios quiere, en las próximas semanas estaré ahí de nuevo", dice con voz suave pero firme.
La religiosa estuvo destinada desde 1996 a distintas zonas de Medio Oriente: primero en Belén durante tres años, después en Egipto por 12 y los últimos tres los pasó en la convulsionada Alepo, la ciudad que permanece sitiada por los rebeles que intentan derrocar al gobierno del presidente Bashar Al-Assad.
Junto a religiosos de otras nacionalidades pero de su misma congregación, Guadalupe fue convocada por el Obispado de Siria y juntos tienen a cargo una pensión para jóvenes universitarias, en la que organizan actividades para que se distiendan en refugios ubicados en el subsuelo del edificio.
"Vivimos en bombardeo permanente. Nos acostamos pensando que puede ser el último día. El bombardeo puede ser en el lugar donde estoy. Vivimos desde hace tres años -y hoy sigue siendo así- día y noche con ataques y bombardeos en los barrios cristianos", cuenta.
Para intentar explicar el conflicto, la hermana indica que "coexisten tres protagonistas: los rebeldes, el Ejército Nacionaly el pueblo" y precisa que "se intenta imponer un Islám fanático".
Para la religiosa, los medios de comunicación en muchos casos presentan el asunto de "una manera muy simplificada, un poco ingenua", que "no concuerda con la realidad" y señala que "hay intereses económicos, políticos y religiosos de por medio".
Muchas veces juzgamos desde Occidente la forma de vida de Oriente y es imposible comprender desde acá lo que piensan, qué les sucede", reflexiona y agrega: ¿Qué dice la gente que vive en Siria? Entre dos males, eligen el mal menor: la dictadura de Bashar al-Assad".
"Pero el triunfo de los rebeldes no sería la libertad ni la democracia, sino la imposición del Islam fanático. La gente saldría de una para entrar en otra peor", advierte y añade que "los levantamientos rebeldes no fueron pacíficos y los grupos terroristas usaron al pueblo".
Entre las situaciones más dramáticas Guadalupe recuerda "ver gente muerta puesta en bolsas y tiradas a la basura, con carteles pegados que decían: no tocar, es cristiano".
"La gente ya se acostumbró a vivir así. Hacen lo necesario como trabajar, buscar comida, estudiar, todo rápido para evitar que no los maten, porque hay francotiradores en las calles", dice y cuenta que las jóvenes universitarias que asiste se sientan alejadas de las ventanas de las aulas por temor a los disparos.
La hermana Guadalupe y otros misioneros fueron recibidos semanas atrás en el Vaticano por el papa Francisco, en el marco de una audiencia pública en la plaza San Pedro, en la que los alentó a seguir adelante en la tarea, y "nos contagió ánimo y mucho aliento para continuar nuestro trabajo", según cuenta.
"El papa Fracisco ha logrado muchísimo. Su preocupación es constante. El año pasado, la jornada de ayuno que convocó y que prácticamente detuvo la intervención militar de Estados Unidos, fue considerada como un milagro de la oración por el pueblo sirio, que pide insistentemente que sigan rezando por él", explica.
Por último, la religiosa quiere dejar testimonio de la fe y fortaleza del pueblo sirio. "Es un pueblo con una fuerza admirable, no bajan los brazos y la fe los está ayudando a sobrellevar la situación. No es gente desesperada, sino que viven aferrados a Dios y no pierden la esperanza. Ellos dicen que piensan en el futuro del cielo, porque acá en la tierra ya se lo arrebataron", señala.
Guadalupe piensa en volver en Siria. Esta vez, lo hará con otra religiosa argentina de su congregación. Sólo aguardan que desde Alepo les digan que el momento es propicio para llegar a la ciudad.
"La despedida fue muy dura, llorábamos porque no sabemos si al volver los vamos a encontrar vivos", dice con el corazón puesto en las jóvenes cristianas de Alepo.
Oriunda de Villa Mercedes, San Luis, la hermana Guadalupe -de 41 años- estuvo esta semana en Buenos Aires para dar diversas charlas -una de ellas en el Senado de la Nación-, donde contó lo que es vivir por dentro una guerra civil que ya se cobró la vida de más de 100 mil personas y originó más de 2 millones de refugiados, la gran mayoría niños.
"Me fui para tomarme un tiempo, descansar, reponer fuerzas y volver. Tenía previsto hacerlo los primeros días de mayo, pero la situación está muy brava, recrudecieron los combates, así que decidí posponerlo por un mes. Si Dios quiere, en las próximas semanas estaré ahí de nuevo", dice con voz suave pero firme.
La religiosa estuvo destinada desde 1996 a distintas zonas de Medio Oriente: primero en Belén durante tres años, después en Egipto por 12 y los últimos tres los pasó en la convulsionada Alepo, la ciudad que permanece sitiada por los rebeles que intentan derrocar al gobierno del presidente Bashar Al-Assad.
Junto a religiosos de otras nacionalidades pero de su misma congregación, Guadalupe fue convocada por el Obispado de Siria y juntos tienen a cargo una pensión para jóvenes universitarias, en la que organizan actividades para que se distiendan en refugios ubicados en el subsuelo del edificio.
"Vivimos en bombardeo permanente. Nos acostamos pensando que puede ser el último día. El bombardeo puede ser en el lugar donde estoy. Vivimos desde hace tres años -y hoy sigue siendo así- día y noche con ataques y bombardeos en los barrios cristianos", cuenta.
Para intentar explicar el conflicto, la hermana indica que "coexisten tres protagonistas: los rebeldes, el Ejército Nacionaly el pueblo" y precisa que "se intenta imponer un Islám fanático".
Para la religiosa, los medios de comunicación en muchos casos presentan el asunto de "una manera muy simplificada, un poco ingenua", que "no concuerda con la realidad" y señala que "hay intereses económicos, políticos y religiosos de por medio".
Muchas veces juzgamos desde Occidente la forma de vida de Oriente y es imposible comprender desde acá lo que piensan, qué les sucede", reflexiona y agrega: ¿Qué dice la gente que vive en Siria? Entre dos males, eligen el mal menor: la dictadura de Bashar al-Assad".
"Pero el triunfo de los rebeldes no sería la libertad ni la democracia, sino la imposición del Islam fanático. La gente saldría de una para entrar en otra peor", advierte y añade que "los levantamientos rebeldes no fueron pacíficos y los grupos terroristas usaron al pueblo".
Entre las situaciones más dramáticas Guadalupe recuerda "ver gente muerta puesta en bolsas y tiradas a la basura, con carteles pegados que decían: no tocar, es cristiano".
"La gente ya se acostumbró a vivir así. Hacen lo necesario como trabajar, buscar comida, estudiar, todo rápido para evitar que no los maten, porque hay francotiradores en las calles", dice y cuenta que las jóvenes universitarias que asiste se sientan alejadas de las ventanas de las aulas por temor a los disparos.
La hermana Guadalupe y otros misioneros fueron recibidos semanas atrás en el Vaticano por el papa Francisco, en el marco de una audiencia pública en la plaza San Pedro, en la que los alentó a seguir adelante en la tarea, y "nos contagió ánimo y mucho aliento para continuar nuestro trabajo", según cuenta.
"El papa Fracisco ha logrado muchísimo. Su preocupación es constante. El año pasado, la jornada de ayuno que convocó y que prácticamente detuvo la intervención militar de Estados Unidos, fue considerada como un milagro de la oración por el pueblo sirio, que pide insistentemente que sigan rezando por él", explica.
Por último, la religiosa quiere dejar testimonio de la fe y fortaleza del pueblo sirio. "Es un pueblo con una fuerza admirable, no bajan los brazos y la fe los está ayudando a sobrellevar la situación. No es gente desesperada, sino que viven aferrados a Dios y no pierden la esperanza. Ellos dicen que piensan en el futuro del cielo, porque acá en la tierra ya se lo arrebataron", señala.
Guadalupe piensa en volver en Siria. Esta vez, lo hará con otra religiosa argentina de su congregación. Sólo aguardan que desde Alepo les digan que el momento es propicio para llegar a la ciudad.
"La despedida fue muy dura, llorábamos porque no sabemos si al volver los vamos a encontrar vivos", dice con el corazón puesto en las jóvenes cristianas de Alepo.
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