sábado, 16 de agosto de 2014

Ekaterimburgo, la capital rusa del grafitti

En Ekaterimburgo, la capital de los Urales, se ha celebrado la quinta edición del festival internacional de arte urbano más veterano y más importante de Rusia, Stenograffiya. A lo largo de un mes decenas de famosos artistas de toda Rusia y de otros países acudieron a dejar su huella en las calles del centro industrial y cultural de los Urales.

Fuente: RBTH



Los grafitteros se refieren a Ekaterimburgo como “la capital rusa del street art”. Allí apareció la primera galería de arte urbano del país, allí vivió y trabajó uno de los fundadores del arte callejero ruso, Starik Bukashkin, cuyas obras se conservan en la sección de libros raros de la British Library de Londres. Precisamente en Ekaterimburgo las autoridades tienen en gran estima los grafitis y cada año conceden decenas de nuevas superficies para llevar a cabo arte urbano. Además, en esta edición lo hicieron con particular agrado: el festival estuvo consagrado a la Copa Mundial de Fútbol de 2018, pues uno de los partidos se celebrará en Ekaterinburgo.

Gagarin de la paz
Llamó mucho la atención la obra del artista de Ekaterimburgo Slava PTRK titulada “Ayuda mutua”, que en junio pasó a figurar en la lista de los mejores grafittis del mundo, según los resultados del mes, tal y como se indica en el portal AdMe.ru. (Unas manos gigantes que tratan de tocarse entre sí, pintadas en los peldaños del paseo de la ciudad, se han convertido en un adorno del paisaje urbano.
El invitado más enigmático y esperado del festival fue el legendario artista de Madrid Sam3. El español, que hace mucho tiempo conquistó Argentina, Francia, Portugal y Estados Unidos con sus trabajos monocromos, visitaba por primera vez Rusia. Trabajando bajo la lluvia, dejó a modo de recuerdo cuatro grafittis en forma de “sombras” misteriosas en las fachadas de los edificios de los suburbios obreros de Ekaterimburgo, del museo de arte y en la zona del hospital clínico infantil.
“Me gustó visitar Ekaterimburgo. Es una ciudad llena de paradojas y contrastes: edificios ultramodernos conviven con viejas casas de finales del siglo XIX, nunca había visto algo semejante. Las personas son muy agradables y atentas”, añade Sam3.
Un asiduo del festival es el grafittero de Járkov, Andréi Palval, que llegó a los Urales procedente de Ucrania a pesar de la difícil situación política que se vive entre ambos países. Asombró a los habitantes plasmando en la fachada de un edificio de viviendas de cinco pisos, en el centro de Ekaterimburgo, un dibujo de 15 metros del primer hombre en viajar al espacio exterior, Yuri Gagarin, con una paloma en las manos. Como base el artista tomó una famosa fotografía del cosmonauta con una paloma blanca que le regalaron unos pioneros búlgaros en 1961 en Plovdiv. Palval considera que los trágicos acontecimientos que están ocurriendo ahora en Ucrania han insuflado un nuevo sentido a la imagen: el destino del mundo se encuentra en manos de militares. Y Yuri Gagarin, como se sabe, fue un piloto militar.

Espacio libre
Por cierto, en Ucrania Andréi es conocido por ser el autor de la mayor obra de arte urbano. En Járkov hizo un grafitti de un tamaño de 461,5 metros cuadrados, en el que también aparece representado Yuri Gagarin. Palval advirtió que una atmósfera cordial le rodeó durante los días de trabajo en Ekaterimburgo. “En todo el tiempo nadie me dijo por la calle ni una palabra grosera, trabajé con total calma y comodidad”.
Los jóvenes artistas del famoso grupo de Samara VGA (Visualización de Asociaciones Gráficas) están convencidos de que los grafittis son un fenómeno aún insólito en la cultura rusa, aunque ya no suscitan entre la sociedad tanto rechazo como hace unos años. Algunos vecinos se acercan a los chicos que dibujan en las vallas con “encargos políticos”: por ejemplo, un jubilado les pidió que dibujaran retratos de Barack Obama y Angela Merkel.
Los grafitteros rusos se pueden clasificar fácilmente entre aquellos que están sujetos a la influencia de artistas urbanos occidentales (la mayoría), que utilizan ideas ajenas, y los autores originales, que tienen un estilo propio reconocible.
“En Ekaterimburgo abunda el street art, seguramente más que en cualquier otra ciudad rusa. Las superficies en las que hacemos grafittis durante el festival se pactan con las autoridades locales, por eso nuestros trabajos permanecen durante años y nadie los cubre con pintura. En Samara, como probablemente en muchas otras ciudades rusas, los grafittis a menudo son una actividad ilegal, los policías pueden acercarse a alguien para preguntarle por qué dibuja en la calle, por eso hay que hacerlo en garajes, cuando nadie mira. Pero aquí, en Ekaterimburgo, hay espacio libre”, cuenta a RBTH Alexander Poliakov, integrante del grupo VGA.

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