Las marcas rusas más jóvenes no tienen esa ventaja y tratan de ganarse su prestigio día a día.
Para esta nota se han escogido cinco casas joyas dispuestas a abrirse un hueco en el mercado internacional.
Fuente: RBTH
Piotr Axénov es un personaje polivalente. Diseñador con educación teológica, debutó como pintor y, aunque nunca logró la aclamación de la crítica, se convirtió en favorito de la alta sociedad moscovita. Hace varios años encontró su vocación en la joyería y dio en el clavo: sus nuevas creaciones hicieron que corriesen ríos de tinta sobre el papel couché y fascinaron a las it-girls. El rasgo característico de la marca es el historicismo, esto es, la tradición joyera rusa de los siglos XVI al XIX y los símbolos de esa cultura: el lujo de los aposentos del zar, los revestimientos de los iconos, los murales del Palacio de las Facetas, el folkolore, la ópera, el ballet y la pintura. Los pendientes, los anillos, los broches, collares y tiaras pueden elaborarse en versiones más asequibles (en plata y piedras semipreciosas) o con los materiales más valiosos: platino, diamantes, zafiros y esmeraldas.
Alchemia es una marca joven de Moscú, creada por una pareja de licenciados del Instituto Moscovita de Arquitectura, Igor Kómov y Ekaterina Lemm. En su opinión, la idea de pasarse a la joyería surgió “del aburrimiento y el exceso de energía creativa”. Transfirieron las leyes básicas de armonía y estructura a las joyas, añadieron tecnología moderna, últimas tendencias en diseño e historia de los símbolos en diferentes culturas. Los rasgos característicos de la marca son las formas rotundas en las piezas de oro y plata, una pátina o sombreado en negro, esmaltes o las formas naturales de las piedras sin tallar. Cada pieza se hace a mano, de modo que en Alchemia no hay, por ejemplo, dos anillos idénticos.
Vladímir Markin es un joyero moscovita con un distinguido estilo personal. Sus joyas no son como las demás. Durante largo tiempo trabajó en grandes casas de joyería rusas, pero hace cuatro años fundó su propio negocio tratando de disfrutar de la máxima libertad creativa y hacer realidad sus sueños más osados.
Su laboratorio en Moscú es el lugar donde se van forjando las joyas Bespoke: todo el mundo puede participar en el proceso creativo junto al maestro y obtener así una pieza única. En 2014 la firma abrió tiendas en el moderno distrito de Soho, en Hong Kong. Las creaciones mecánicas de Markin son el punto de encuentro de la ingeniería, la física y la arquitectura industrial, pero no están exentas de ironía y respetan todos los cánones del trabajo con metales y piedras preciosas.
Fundada en 2007, Gourji es uno de los primeros intentos de crear una marca de joyería y accesorios de lujo en la Rusia moderna. Tal y como fue concebida por su fundador, el empresario Dmitri Gurzhi, la marca “reinventa la cultura euroasiática y el contexto en el que vive Rusia, crisol de cientos de culturas”. La filosofía y el estilo de Gourji están intrínsecamente unidos con la historia rusa. Además de joyas, la marca crea colecciones de gemelos, bolígrafos, chales y pañuelos para clientes selectos. Todos los accesorios de esta marca hacen referencia a diferentes periodos históricos, religiones y culturas de Rusia.
Yana Raskovalova ha recorrido un largo camino: ha sido modelo, esposa de un empresario e it-girl rusa antes de convertirse en creadora de una casa de joyería. Al tener la suerte de observar las obras maestras de los mejores joyeros no a través de un escaparate, sino en su propio joyero, Yana desarrolló un hobby: recorrer el mundo en busca de camafeos antiguos y decorarlos con joyas a su gusto.
Gracias a la ayuda financiera de su marido, Vadim Raskovalov, esta pasión se convirtió en negocio: ahora estas joyas se venden en la cadena de joyerías Podium, en París, Monte Carlo, Courchevel y Dubái. Las amigas famosas de la joyera se han convertido en embajadoras de la marca: desde la diseñadora Uliana Sergeienko hasta la supermodelo rusa Natalia Vodiánova.
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